Lic. Pedro Rivera Briseño
La legendaria y famosa Avenida Revolución, que en el transcurso de su agitada historia han transitado millones de personas sobre sus banquetas en busca de placer, diversión, adquisición de algún bien material personal o “Souvenirs” para familiares y amigos, incorporó como un atractivo más para nuestros visitantes de todo el mundo, algo novedoso y único en el planeta: los singulares burros pintados a rayas al frente de una típica y muy mexicana carreta sobre la cual un sin número de turistas se han tomado la foto del recuerdo con el típico sarape tradicional y su sombrero de charro. Enmarcando un fabuloso escenario fotográfico para presumir a su regreso.
Cuando se creó el complejo turístico Agua Caliente en 1928, surge la idea de retomar el concepto de la fotografía en carreta y burro en el casino recién inaugurado como una atracción más para los visitantes, especialmente para los estadounidenses.
Pero a finales de los años treintas cuando se clausuro toda actividad en el casino Agua Caliente las carretas y burros se trasladaron a la Avenida Revolución donde la idea se transformaría completamente.
Existen varias versiones de cómo surgió la idea de pintar a los burros, pero la más socorrida nos dice que fue por 1940 cuando un fotógrafo de la Avenida Revolución se traslado a San Diego de paseo con su familia y tuvieron la idea de visitar el Zoológico del Parque Balboa de esa ciudad.
Dicho personaje realizó varias tomas incluyendo algunas cebras, llegándole una gran idea sobre el problema que se tenía con los burros albinos o grisáceos que no salían bien definidos con la cámara monocromática (blanco y negro) o de plano desaparecían de la escena, con esta inquietud y corazonada llega a su casa, y empieza a realizar las labores propias de revelado fotográfico iniciando dicho proceso con gran entusiasmo.
Al final y con gran júbilo se percató que las cebras aunque de fondo blanco, salían nítidamente en la fotografía, iniciándose con ello la rápida divulgación de este hecho, y empezaron a pintar los burros a semejanza de las cebras vistas en las fotos. Con ello se daba solución al problema que por mucho tiempo se tuvo. Además fue un gran atractivo para el visitante porque se les hacia curioso y hasta divertido el fotografiarse con una BURRICEBRA como se les denomino por extensión en la ciudad.
La tradición persiste hasta la fecha ya que visitantes de todo el mundo siguen tomándose la clásica fotografía con las burricebras en la Av. Revolución. Mucha gente ignora cómo se les denominaba anteriormente a estos burritos pintados a rayas ya sean blancas o negras.
Las burricebras se alimentan de mazorcas de maíz y agua. El maíz con todo y hoja los compran los dueños de los animales en los mercados de abastos de la ciudad por costales y así se los proporcionan a las burricebras.
Estos nobles animales tienen un habito muy particular: durante la jornada de labor no producen excremento ni orina, esto lo hacen cuando llegan a sus pesebres evitando así molestias tanto a sus dueños –que no tienen que ponerles bacinicas o limpiar a cada momento como se hace con los caballos- como al turista que no tiene que presenciar la suciedad u olerlas.
Cuando en un principio se decidió pintar las rayas a estos animales lo hacían con pintura de agua utilizando brochas para su aplicación. Al paso del tiempo -hasta la actualidad- se empezó a utilizar tintes para el cabello y cepillos.