miércoles, 15 de abril de 2009

EL CULTO A LA SANTA MUERTE
Estatua erigida en Tultitlán, Edo. de México


Lic. Pedro Rivera Briseño

UN ORIGEN INCIERTO

El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos promotores. Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico, que sobrevivió a pesar de la oposición de la Iglesia católica.

Aunque es comprensible la extensión de este peculiar culto, pues responde a las necesidades más apremiantes de los mexicanos, especialmente en el contexto socioeconómico actual, caracterizado por el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo y múltiples problemas en las relaciones interpersonales, conviene señalar que no se trata de una devoción auténtica, pues conduce a la idolatría, tan condenada por las Sagradas Escrituras.

Según los que promueven esta «devoción», se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos. Esta divinidad prehispánica se asemeja al dios maya Ah Duch, al que solía representársele como un cuerpo putrefacto con una cabeza casi calavérica adornada con campanas y collares de huesos y plumas.

A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o al menos su cabeza es una calavera. Los aztecas, con el fin de tener aplacado a Mictlantecuhtli, le enviaban regalos suntuosos, entre los que no faltaban pieles de hombres desollados para que cubriera sus huesos descarnados.

Otros difusores de este tétrico culto lo consideran de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, aunque esta teoría es poco consistente.
La colonización española logró disminuir el culto a la muerte, pero no erradicarlo, de manera que permaneció oculto hasta el siglo XIX, cuando ocurrió un resurgimiento en su devoción.

La Santa Muerte se le apareció en una visión a un brujo chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda. A partir de allí, su culto se ha difundido tanto que encontramos comunidades en Internet que propagan esta devoción.

La festividad de la Santa Muerte se celebra durante tres días, del 31 de octubre al 2 de noviembre. La noche del 31 de octubre se reza un rosario para vestirla con la túnica apropiada (a veces de blanco como a una novia).
El 1 de noviembre se le hace una ceremonia para agradecerle los favores concedidos a los vivos y el 2 de noviembre encabeza los rituales para recordar a los que ya se fueron.

Su altar está repleto de ofrendas y velas multicolores, mientras que a su alrededor se postran sus fieles seguidores con voces de arrepentimiento y devoción. Sin embargo, no se trata de una representación virginal religiosa, sino de la escalofriante imagen de una siniestra calavera.
La tenebrosa figura es reconocida en México como la "Santa Muerte" y es idolatrada por un considerable número de adeptos que se incrementa a diario.

De manera similar a un santo de la religión católica, su imagen cuenta con una estatua, aunque ésta consista de un esqueleto envuelto en un vestido y velo brillantes, con una cabellera larga y lacia, y unas manos cuyos huesos son adornados con anillos y joyas de perlas, oro y plata, mientras sostiene una guadaña amenazante.
Debido a la creencia de que prefiere no ser llamada por su nombre, se dice que la muerte agradece si es nombrada con cariño con el uso de alguno de sus apodos favoritos, tales como "La Comadre", "La Bonita", "La Flaca", "la Señora" o "La Niña".

Hoy la veneración a esta deidad se extiende por varias regiones del territorio mexicano, siendo narcotraficantes y otros delincuentes sus más fervientes creyentes.
Aunque la Iglesia Católica condena esta veneración, denominándola como "pecaminosa", algunos asocian esta práctica con la Iglesia. Mientras tanto a la mayoría de sus seguidores parece no importarle la contradicción entre su religión y el culto pagano a "La Comadre".
Por ello, se organizan rituales similares a los cristianos, incluyendo procesiones y oraciones con el fin de ganar su favor.

Muchos hasta llegan a erigir su propio altar en su hogar, oficina o negocio para sentirse protegidos por ella. El altar suele consistir de una estatuilla cuyas medidas va de 15 centímetros a tamaño humano, rodeada de distintas ofrendas, entre las cuales se encuentran arreglos florales, frutas, inciensos, vinos, monedas, dulces y golosinas, además de velas, cuyo color varía de acuerdo a la petición.
Como elementos indispensables se exigen los puros, los cuales deben estar constantemente encendidos, y el imprescindible pedazo de pan.


La gente acude a ella para pedirle milagros o favores relacionados con el amor, la salud o el trabajo.
Por otro lado, también se le pide por fines malévolos, tales como la venganza y la muerte de otros.
Sus simpatizantes suelen identificarse al portar algún dije o escapulario de su imagen, mientras que otros optan por llevar su figura de manera indeleble, al tatuársela en la piel.

Inicialmente su devoción era exclusiva de criminales, incluyendo contrabandistas, pandilleros, ladrones y prostitutas, quienes suelen hacerle peticiones, tales como el librarles de las balas de la policía o de cualquier otro mal, como por ejemplo, la cárcel.

El escritor y poeta mexicano Homero Aridjis, autor del libro "La Santa Muerte", ha seguido y ha documentado este fenómeno desde muy cerca.
En una entrevista, llegó a comentar que hay personas que incluso llegan a pedirle a la "deidad" que "les ayude a secuestrar o a asaltar a alguien".

Contradictoriamente, es fácil encontrar devotos del otro lado de la ley, entre ellos militares y policías, quienes piden una bendición para su pistola y sus balas. Incluso, la devoción a "La Flaca" se ha convertido en algo popular dentro de la elite política y empresarial.
Aquellos que acuden a su altar la veneran como si fuese una santa, persignándose y rezándole para que se cumplan sus peticiones.
El apego a esta creencia se ha extendido al territorio estadounidense con la inmigración de varios de sus discípulos, quienes afirman haber entregado su travesía a su "santa", llevando entre sus ropas imágenes de ella para mantener su continua protección.


A ella dicen deberle el lograr cruzar la frontera "sanos y salvos". Por su parte, la Iglesia afirma que el culto a la muerte es una "equivocación", ya que no es ninguna santa, mientras que sus fieles continúan vendiendo amuletos, devocionarios y escapularios con su imagen.


Para sus críticos, les será muy difícil eliminar el fervor que existe entre sus fieles creyentes.
Para sus seguidores, quizás sea simplemente el anhelo de querer creer en algo, aunque sea algo tan sombrío como la muerte, o tal vez sea un intento por restarle miedo al destino humano y simplemente ornamentarlo.

Fuentes:
La Palmainteractivo.com

http://www.vanguardia.com.mx/