sábado, 22 de mayo de 2010

La esquina de México


Lic. Pedro Rivera Briseño

Los estados de California y Baja California están unidos –o separados– por 224 kilómetros de frontera desde 1994, cuando Estados Unidos puso en marcha la Operación Guardián, se comenzó a instalar un muro metálico de tres metros de alto con remates en greca para impedir que los indocumentados la saltaran., construido con planchas que fueron usadas por el ejército estadounidense en la operación “Tormenta del Desierto”, durante la Guerra del Golfo Pérsico en 1991.


La valla fue instalada por el Primer Batallón de Construcción Anfibia de la Guardia Nacional. Inicialmente se utilizaron 12 soldadores para unir las primeras cien yardas. Luego, llegaron 20 ingenieros de la Guardia Nacional de Missouri. Las láminas de metal se utilizaban en Irak, Kuwait y Arabia Saudita como pista de aterrizaje para aviones de transporte de tropas y para que las orugas de los tanques pudieran desplazarse por la arena. Nueve años después, esas planchas tan efectivas en aquella región árabe fueron recicladas y se emplean en un conflicto de baja intensidad con un país vecino al que se supone amigo y socio comercial.


La mañana del 1 de octubre de 1994, la frontera de San Diego, desde las playas en el Pacífico hasta San Ysidro, cientos de patrulleros fronterizos aparecieron desplegados en forma de punta de flecha doble, alejados unos 50 metros de la barda. Se veían porque también sorpresivamente se encendió un sistema de alumbrado igual al que se utiliza para eventos deportivos nocturnos en los estadios. Había lanchas rápidas, decenas de vehículos nuevos, agentes montados, motocicletas tipo todo terreno, helicópteros y hasta perros entrenados para seguir rastros de indocumentados.


Es una división del territorio mexicano del americano, que también dividen a las familias. Del lado "americano", como le llaman, está el Board Field International Park, con largos paseos de cemento y extensas zonas de césped y playa y una vista panorámica de San Diego, California.
En México, florece una localidad bulliciosa que presume de una plaza de toros de gran capacidad, apenas a unos 50 metros de la línea y que resalta entre cientos de casas, con un comercio que crece con el turismo de las familias Tijuanenses.



Playas de Tijuana es el lugar favorito de la clase media baja de Tijuana, y cada fin de semana el lugar se llena de familias que preparan sus alimentos en la playa, mientras los niños se bañan en el mar bien sujetos al muro fronterizo que les sirve de protección.


Los motoristas de la patrulla fronteriza graban en vídeo y toman fotografías de cualquier intento de cruce, un helicóptero sobrevuela el sitio cada 30 minutos y frente a las costas siempre hay barcos pendientes de todo movimiento.
Es pues, “la frontera más vigilada del mundo", antes de la existencia del muro, los mexicanos teníamos la libertad de caminar por la playa al menos unos 200 metros dentro de territorio estadounidense.


La tranquilidad vigilada de estas playas contrasta radicalmente con la violencia del narcotráfico que asuela a Tijuana, una ciudad de más de 2 millones de habitantes, que ha sido en los últimos años el escenario de la guerra por el control de las rutas de la droga, añadido a esto tenemos, la crisis económica y el azote -o mito- del virus de la Influenza, desde hace meses.
Tijuana recibió el año pasado 15 millones de visitantes, de ellos 13 millones procedentes de California (Estados Unidos), según la oficina de turismo de esta ciudad.En Estados Unidos hay alrededor de once millones de mexicanos, de los cuales unos seis millones son indocumentados.

Fuente: Roberto Bardini - rodelu.net

viernes, 14 de mayo de 2010

LA OTRA CARA DE TIJUANA

Lic. Pedro Rivera Briseño


“Pobre de México tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos…”
Esta frase, se le acredita al general Porfirio Díaz, el cual la cita en una entrevista a un diario español. Pero realmente quien la mediatiza en México fue Nemesio García Naranjo (1883-1963), intelectual regiomontano, periodista, diputado federal, director del periódico La Tribuna y colaborador del semanario Siempre.

Independiente de su origen, estas palabras, forman en su conjunto una especie de lamento nacional por el fatalismo geográfico, político y social que encierran, y están hoy muy presentes.

Cerca de medio millón de personas que superan los 22 mil hogares en condiciones de pobreza alimentaria y patrimonial existen en Tijuana, sin contar los cientos que estarán en condición crítica a finales del 2010, ya que se tendrán menos oportunidades de mejorar economía y mantener el empleo, dicen estudios de El Colef.

La mayoría de las colonias populares de Tijuana, surge a contracorriente. Miles de mexicanos provenientes de otros estados del la República, llegaron a Tijuana con la intención de cruzar hacia los Estados Unidos en la búsqueda de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.
Quienes no lo lograron, se enfrentaron a una disyuntiva: regresar a sus lugares de origen, o asentarse en la ciudad en espera de otras oportunidades para pasar al otro lado de la línea fronteriza. Algunos volvieron. Para quienes se quedaron empezó otro calvario: conseguir un lugar donde asentarse y vivir. La población proveniente de otras entidades representa alrededor del 50% de la población tijuanense.
La llegada de los migrantes acentuó el proceso de especulación de la tierra urbana. Las tierras planas, accesibles, cercanas al centro de la ciudad y a la línea fronteriza, pronto quedaron fuera del alcance de las gentes de menores recursos, iniciándose con ello el proceso de organización y lucha popular para “colonizar” los cerros, los cañones, los arroyos; en suma de los sitios poco atractivos para vivir por su topografía, lejanía y grado de peligrosidad.
En consecuencia, el grado de accesibilidad a cada comunidad, fue uno de los factores determinantes para la dotación de servicios públicos, situación que fue conformando al paso de los años, la dicotomía que aún persiste en muchas partes de la ciudad y cuyo indicador más evidente es la existencia de dos Tijuanas: la Tijuana cosmopolita, progresista, con obras de infraestructura, la Tijuana turística y de buen ver y la otra Tijuana de los pobres, que viven en las cañadas y lomeríos, la Tijuana de los olvidados, de los desposeídos.
Así, fue notorio que el progreso de cada comunidad, considerada en forma individualizada, fue posible gracias al tesón de sus pobladores y dirigentes por acceder a los servicios fundamentales, más que a una acción planificada de las autoridades para equilibrar las condiciones del desarrollo urbano. No existió una visión integral de la ciudad que permitiera jerarquizar la problemática y proceder conforme a dicha jerarquía.
Las zonas con mayor marginación en Tijuana son las colonias ubicadas en la zona Este de la ciudad, además de algunos cañones como el del Sainz, el Pato, así como las colonias ubicadas detrás de Playas de Tijuana (Colef).
De igual manera, colonias como Lomas del Valle, el Niño, Maclovio Rojas, Rancho Las Flores, Ejido Lázaro Cárdenas, Miramar, Cumbres de Inett, Divina Providencia, Los Alcatraces, Terrazas del Valle, San Luis, Genaro Vázquez y Lomas de San Antonio.
Entre las acciones de política pública que se deben considerar en la política social de Tijuana deben de estar las acciones relacionados con la seguridad pública, la regularización de predios, los programas de salud e infraestructura urbana. Se tiene la necesidad de aumentar el número de apoyos económicos para proyectos productivos con el fin de generar autoempleo para el 2011 para evitar un alza en los niveles de desempleo y de pobreza en Tijuana y de Baja California.