LA OTRA CARA DE TIJUANA
Lic. Pedro Rivera Briseño
“Pobre de México tan lejos de dios y tan cerca de los Estados Unidos…”
Esta frase, se le acredita al general Porfirio Díaz, el cual la cita en una entrevista a un diario español. Pero realmente quien la mediatiza en México fue Nemesio García Naranjo (1883-1963), intelectual regiomontano, periodista, diputado federal, director del periódico La Tribuna y colaborador del semanario Siempre.
Independiente de su origen, estas palabras, forman en su conjunto una especie de lamento nacional por el fatalismo geográfico, político y social que encierran, y están hoy muy presentes.
Cerca de medio millón de personas que superan los 22 mil hogares en condiciones de pobreza alimentaria y patrimonial existen en Tijuana, sin contar los cientos que estarán en condición crítica a finales del 2010, ya que se tendrán menos oportunidades de mejorar economía y mantener el empleo, dicen estudios de El Colef.
La mayoría de las colonias populares de Tijuana, surge a contracorriente. Miles de mexicanos provenientes de otros estados del la República, llegaron a Tijuana con la intención de cruzar hacia los Estados Unidos en la búsqueda de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.
Quienes no lo lograron, se enfrentaron a una disyuntiva: regresar a sus lugares de origen, o asentarse en la ciudad en espera de otras oportunidades para pasar al otro lado de la línea fronteriza. Algunos volvieron. Para quienes se quedaron empezó otro calvario: conseguir un lugar donde asentarse y vivir. La población proveniente de otras entidades representa alrededor del 50% de la población tijuanense.
La llegada de los migrantes acentuó el proceso de especulación de la tierra urbana. Las tierras planas, accesibles, cercanas al centro de la ciudad y a la línea fronteriza, pronto quedaron fuera del alcance de las gentes de menores recursos, iniciándose con ello el proceso de organización y lucha popular para “colonizar” los cerros, los cañones, los arroyos; en suma de los sitios poco atractivos para vivir por su topografía, lejanía y grado de peligrosidad.
En consecuencia, el grado de accesibilidad a cada comunidad, fue uno de los factores determinantes para la dotación de servicios públicos, situación que fue conformando al paso de los años, la dicotomía que aún persiste en muchas partes de la ciudad y cuyo indicador más evidente es la existencia de dos Tijuanas: la Tijuana cosmopolita, progresista, con obras de infraestructura, la Tijuana turística y de buen ver y la otra Tijuana de los pobres, que viven en las cañadas y lomeríos, la Tijuana de los olvidados, de los desposeídos.
Así, fue notorio que el progreso de cada comunidad, considerada en forma individualizada, fue posible gracias al tesón de sus pobladores y dirigentes por acceder a los servicios fundamentales, más que a una acción planificada de las autoridades para equilibrar las condiciones del desarrollo urbano. No existió una visión integral de la ciudad que permitiera jerarquizar la problemática y proceder conforme a dicha jerarquía.
Las zonas con mayor marginación en Tijuana son las colonias ubicadas en la zona Este de la ciudad, además de algunos cañones como el del Sainz, el Pato, así como las colonias ubicadas detrás de Playas de Tijuana (Colef).
De igual manera, colonias como Lomas del Valle, el Niño, Maclovio Rojas, Rancho Las Flores, Ejido Lázaro Cárdenas, Miramar, Cumbres de Inett, Divina Providencia, Los Alcatraces, Terrazas del Valle, San Luis, Genaro Vázquez y Lomas de San Antonio.
Entre las acciones de política pública que se deben considerar en la política social de Tijuana deben de estar las acciones relacionados con la seguridad pública, la regularización de predios, los programas de salud e infraestructura urbana. Se tiene la necesidad de aumentar el número de apoyos económicos para proyectos productivos con el fin de generar autoempleo para el 2011 para evitar un alza en los niveles de desempleo y de pobreza en Tijuana y de Baja California.