Grupos Indígenas de Baja California
Lic. Pedro Rivera Briseño
Hace unos 3 mil años penetraron a Baja California varias corrientes migratorias provenientes del sur de Estados Unidos. Eran grupos de filiación lingüística yumana. Durante milenios se mantuvieron nómadas y su economía dependió básicamente de la recolección, complementada con productos de la caza y la pesca. Entre las montañas y el desierto, recorrían grandes distancias recogiendo bellotas, semillas, tunas, piñones, agaves y frutos de la manzanita y la guata.
Con el tiempo aquellos hombres se agruparon en distintas bandas y cada una procuró delimitar su territorio. A la llegada de los misioneros, los indígenas Kumiai, Pai pai, kiliwa y Cochimí fueron congregados en rancherías aledañas a las misiones. Únicamente los Cucapá se mantuvieron libres, debido a que en su región no se estableció ninguna casa de religiosos. La imposición de una cultura ajena inició el proceso de aculturación de los aborígenes, el cual se acentuó con la llegada de los otros extranjeros y mexicanos.
En la actualidad, los grupos indígenas viven en asentamientos enclavados en los terrenos que se les han concedido legalmente, y aunque por lo general se trata de áreas cerriles, de agostadero y pedregosas, eso les permite tener los mínimos recursos de subsistencia y un espacio geográfico que les pertenece. Según el último censo realizado por el INAH en 1978, existían entonces en Baja California 1,051 indígenas, cuyo número seguramente ha aumentado.
Artesanías
Los Pai pai, los Cucapá y los Kumiai siguen produciendo algunos objetos que antes eran de uso cotidiano y ahora sólo se hacen para venta. Los collares, capas y cintos de chaquira son elaborados por las mujeres Cucapá, conforme a una tradición centenaria. Antiguamente utilizaban piezas de concha y a partir de 1852 las emplean de vidrio veneciano o checoslovaco, pues al establecerse la ruta de vapores por el río Colorado los comerciantes extranjeros introdujeron esos productos.
La cestería de junco la tejen las mujeres y niños Kumiai, quienes por ese medio obtienen un ingreso. Entre los Pai pai, los hombres labran objetos de madera (arcos, flechas, mazos y palos de cacería) y las mujeres modelan olas de barro con técnicas centenarias.
Los Cochimí
Los Cochimí viven en la comunidad de la Huerta, a unos 12 km del poblado de Ojos Negros, por la carretera San Felipe-Ensenada; y en San Antonio Necua o Cañón de los Encinos, 6 km al sur de la carretera Tecate-Ensenada, a la altura del km 70. Poseen 3 272 ha de agostadero cerril que les fueron otorgadas por resolución presidencial el 16 de enero de 1970, para beneficio de 18 familias. Disponen de tierras regadas por bombeo y siembran frijol, maíz, cítricos y otros árboles frutales. Tienen también algunas cabezas de ganado.
Los Cucapá
Los Cucapá habitan principalmente en la comunidad El Mayor, en el km 60 de la carretera Mexicali-San Felipe. Otros están dispersos en el Valle de Mexicali (colonias Mariana y Zacatecas, ejidos Saltillo y Cucapá Mestizos y Poza de Arvizu, al sur de San Luis Río Colorado). Dedicados a la agricultura desde hace aproximadamente mil años, perdieron sus tierras a finales del siglo pasado cuando el gobierno de Porfirio Díaz concesionó grandes extensiones a Guillermo Andrade, que después pasaron a poder del Colorado River Land Co. Los Cucapá se convirtieron entonces en leñadores, pizcadores y peones. La inundación que sufrió el Valle de Mexicali en 1978 llenó de agua la Laguna Salada y otros bajíos cercanos a su comunidad, de modo que hasta 1989, en que esos depósitos se secaron, estuvieron dedicados a la pesca. Su régimen de propiedad es comunal. En 1973 se les titularon 143 072, ha de terrenos áridos, arenosos y pedregosos, entre ellos los correspondientes a al Sierra Cucapá y a la Laguna Salada, sin un solo palmo cultivable. Hay en esa extensión grafito, cal, yeso, cristal de roca, azufre y material pétreos, aunque inexplotados por falta de recursos económicos y técnicos.
En general, los grupos indígenas pierden cada vez más las manifestaciones de su propia cultura, pues carecen de educación bilingüe y bicultural a excepción de los Kiliwa, todos cuentan con escuela primaria, atendida por uno y hasta tres maestros. En San Antonio Necua está en obra un programa de rescate cultural; entre otras acciones, la señora María Emes enseña a los niños música y danza cochimí.
Los Kiliwa
Los Kiliwa habitan en el desierto, en San Isidro y en el cañón Arroyo de León. En 1970 una resolución presidencial los dotó con 26 910 ha de tierras comunales. Los beneficiados fueron 34 familias. Arroyo de León está 15 km al sur de la carretera San Felipe-Ensenada, cerca del Valle de la Trinidad. La región es casi inhabitable, sin agua y sin extensiones planas para cultivar. La vegetación es desértica, formada por lechuguilla, choya, agave, yuca y biznagas. Tan hostil medio geográfico obliga a los Kiliwa a emplearse como peones o vaqueros en los ranchos vecinos al Valle de la Trinidad.
Los Kumiai
Los Kumiai están congregados en San José de Tecate y Juntas de Nejí, Municipio de Tecate, y San José de la Zorra, Municipio de Ensenada. Esta última comunidad, la más numerosa, queda 16 km al norte del ejido El Porvenir, en el Valle de Guadalupe. Los Kumiai poseen tierras bajo el régimen de ejido colectivo, como una ampliación de El Porvenir.
Siembran trigo de temporal y hortalizas de riego por bombeo, cuyos productos venden en Tijuana. También recolectan miel durante el verano, en los cerros aledaños; parte de la cual comercializan. Los hombres salen a trabajar en los campos de vid del Valle de Guadalupe. Las mujeres recolectan bellotas en noviembre y diciembre, cuidan el ganado caprino y vacuno, atienden la casa y elaboran cestos de junco.
Los pai pai
Los Pai pai radican en Santa Catarina, 8 km al norte de la carretera San Felipe-Ensenada, a la altura del poblado Héroes de la Independencia. Santa Catarina, cuyo nombre indígena es Xac Tojol, fue fundada por los misioneros dominicos en 1797 y destruida en 1840, durante la sublevación de los Cucapá, Pai pai, Kumiai y Kiliwa.
En 1974 les fueron adjudicadas a los pai pai 2 817 ha, de terreno cerriles para explotación colectiva. Hay en esa extensión pequeñas zonas cultivables, aunque sin agua, pues sólo un arroyo de temporal pasa por la comunidad. Los hombres salen a trabajar en los ranchos aledaños, y las mujeres se dedican principalmente al corte de la guata, cuyos troncos venden como material para cercar terrenos. Otras elaboran cerámica.
Fuente: Wikipedia